martes, 14 de enero de 2014

CEVICHE DE LUBINA.

Si alguien hace diez años, es un suponer, me dice que voy a ser capaz de comer un pescado crudo, "lo mando cerca", que dicen en mi pueblo.
Ni siquiera me habría atrevido con los clásicos boquerones en vinagre, ni con las ostras con limón, ni...¿Qué decir? del sushi o el sashimi u otras porquerías por el estilo.
Pues ahora va y... resulta que me gusta. Y que disfruto con ello.
Primero fue el carpaccio de langostinos, ahora me he atrevido con este ceviche.
El único miedo que le tengo al pescado crudo es a los parásitos que puedan tener, el temido anisakis principalmente, lo que se evita con una previa congelación del pescado.
Tras el exitoso experimento con el carpaccio de langostinos,  he caído en la tentación del ceviche.
En la tienda en la que compro los congelados, tienen doradas y lubinas limpias, desespinadas, abiertas a la mitad y, por supuesto, ultracongeladas con un peso aproximado de 250 gr.
Correctamente descongeladas, quedan estupendamente y, de todas formas, de haber sido frescas, habrían tenido que pasar por el arcón al menos 24 horas.
Necesitamos:
4 lubinas.
4 ó 5 limas.
2 tomates.
Un pedazo de pimiento rojo.
1 cebolla morada.
Un manojito de cilantro fresco.
1 chile rojo.
Aceite de oliva.
Sal maldón.
Lo primero fue descongelar la lubina en la parte menos fría del frigorífico. Operación que llevó un día entero.
Quité la piel con un cuchillo muy afilado y busqué la presencia de alguna espina olvidada, sin encontrar ninguna. Corté el pescado en trozos de bocado y los coloqué en un bol. Exprimí las limas y regué con el jugo, manteniéndolas en el marinado unas cinco horas.
Pelé y despepité los tomates y los corté en láminas. Troceé el pimiento y la cebolla. Piqué el cilantro e hice aros con el chile.
Sequé los trozos de lubina con papel absorbente.
En el plato de servir, coloqué tomate y fui poniendo encima los trocitos de pescado, de pimiento, cebolla, el cilantro picado y las rodajas de guindilla.
Aliñé con un buen chorro de aceite de oliva y unas escamas de sal maldon.
Por supuesto me supo a poco. Tendré que repetir de vez en cuando y probar con dorada.
Se me ocurre que con cabracho ha de quedar fenomenal.

4 comentarios:

Pilar Abalorios dijo...

Que hambre......


Besos mil

Contando los sesenta dijo...

Este plato cae más pronto que tarde, seguro. Sabe rico sólo con mirarlo.

Mila dijo...

Yo empecé hace más años con el pescado crudo, pero si me lo dicen hace tiempo también los habría mandado cerca. Probaremos este ceviche.

besos

Tita dijo...

¿Por qué despepitas los tomates?

Cuando uno prueba y disfruta el pescado crudo, se pregunta como hemos sido capaces de achicharrarlo. Es una de las cosas más sutiles y deliciosas de la cocina.
Prueba con el salmón muy muy finito. Que te abran la cola en dos, y luego cada lomo en otros dos a lo largo, y luego cada uno en otros dos en libro. Sin piel ni espinas. El santo muere por ello.

Al tiempo, pero ya verás como esto te reconcilia con el bichejo. Te lo prometo.